jueves, 30 de septiembre de 2010

La posibilidad de un default estadounidense

En la entrada anterior vimos que las posibilidades de un default (es decir, una suspensión de pagos de la deuda pública), dada la perspectiva histórica, no resultaba en absoluto desdeñable. Ahora bien, ¿qué sucede exáctamente en un país cuando se da un default? En general, los países encuentran dos vías de escape a esta situación. La primera, a su vez la más empleada, consiste en que el país acaba haciendo frente a sus obligaciones nominales utilizando el antiguo truco de encender la máquina de imprimir dinero, es decir, si el monto total de mi deuda es de 100 millones de dólares, basta con que imprima esa cantidad de dinero y la entregue a mis acreedores. A fin de cuentas, estoy pagándoles lo que está escrito en mis obligaciones, ¿no? Sin embargo, todos sabemos que las cosas no son tan sencillas. El efecto de esta medida es que genera inflación de una forma incierta (no es nada fácil para un Banco Central primero, fijar qué nivel de inflación es necesario para evitar el sobreendeudamiento, mucho menos conseguirlo en la práctica). En pocas palabras, lo único que haces es lograr hacer frente a los pagos haciendo que el dinero valga menos (y en consecuencia, las obligaciones contraídas en esa misma moneda valen menos).

La segunda medida posible es la que solemos apreciar en cualquier suspensión de pagos: reducción del montante que le corresponde a cada acreedor, racionamiento, liquidaciones y, llegado el caso, un impago (lo que vendría a equivaler a una declaración de bancarrota, aunque ésto es poco común, mucho menos en la época actual). A pesar de lo remoto de esta posibilidad, no debemos olvidar que puede darse. ¿Por qué? Principalmente porque, para ser capaz de tomar la primera medida, el país debe tener capacidad precisamente para imprimir dinero. EE.UU. puede hacerlo. Otros tantos países también. ¿España? No es nuestro caso, al menos desde que decidimos prescindir de una moneda propia y entregamos dicha facultad al Banco Central Europeo.

¿A qué viene esta explicación? Resulta que el economista Paul Krugman, que lleva desde el inicio de la crisis clamando a los cielos por un maná que nunca se le antoja suficiente, alerta ahora sobre una posibilidad de default en los EE.UU. que parece insalvable. En este sentido, Krugman afirma que es posible que EE.UU. tenga que recurrir a la máquina de imprimir dinero como única alternativa posible para paliar su elevado endeudamiento, al que ahora parece culpar de la lenta recuperación que está experimentando la economía estadounidense. El anuncio de la Reserva Federal de que comenzará a recomprar treasury-bonds en grandes cantidades (y por tanto, comenzará a inyectar dinero en la economía) se muestra inquietantemente relacionado (más que nada porque cualquier intento de bajar los tipos de interés por esta vía, cuando éstos están prácticamente a cero, parece bastante improbable).

No obstante, Paul Krugman, en lo referente al devenir de la crisis en EE.UU., no deja de desconcertarme. ¿A qué se deben sus palabras ahora? ¿Se está retractando de sus anteriores posiciones, mostrando preocupación por el elevado endeudamiento de la economía estadounidense, o simplemente se trata de una alerta más dentro de su línea "si no sigues gastando, éste será el final"? No está de más recordar que Krugman lleva pidiendo un nivel de gasto, y endeudamiento, cada vez mayores desde que comenzó la crisis al achacarla a una insuficiencia de la demanda agregada que, paradójicamente, parecía superar cada vez más sus previsiones iniciales. El programa de estímulo decretado por Obama al inicio de su mandato fue prácticamente apadrinado por este economista. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, no sólo EE.UU. no termina de arrancar, sino que además empieza a experimentar ciertos fenómenos, como el paro de largo duración, que antes le resultaban completamente desconocidos (y para los que no estaban en absoluto preparados, todo sea dicho). En fin, habrá que esperar nuevas declaraciones, ya que cada vez que habla desde alguna tribuna pública, Krugman nunca deja de sorprender.

Enlaces recomendados

Global Debt Comparison, en The Economist 

viernes, 24 de septiembre de 2010

This time is "not" different

Con motivo de la presente crisis económica, no han sido pocos quienes han anunciado el comienzo de tremendas calamidades. Sí, hemos tenido otras crisis antes, pero esta vez es diferente. Esta crisis no tiene comparación con ninguna otra ocurrida hasta la fecha, ni en sus causas ni en su profundidad. Es el fin del capitalismo profetizado tanto tiempo atrás, dicen algunos. No obstante, si uno se para a pensar, pronto se dará cuenta de que este tipo de afirmaciones son tan recurrentes como las propias crisis en las que se suceden. Así que cabe preguntarse, ¿es esta vez realmente diferente?

Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff opinan que no. Su paper titulado "This time is different: a panoramic view of eight centuries of financial crisis" (2008) es de lectura obligada no sólo como antídoto al catastrofismo basado en la supuesta singularidad de esta crisis, sino también como una excelente visión de conjunto del desarrollo económico a través de las distintas crisis financieras que se han sucedido a lo largo del tiempo. Su novedad, al margen de la inclusión de China e India entre otras en este tipo de estudios, reside en cierta medida en sus conclusiones.

La primera conclusión a la que llegan ambos investigadores es que las crisis financieras suponen un fenómeno universal y recurrente en tanto una economía emergente emprende su transformación hacia una economía desarollada. A partir de ahí, las crisis financieras suponen, como hemos dicho, un suceso inherente al propio sistema económico. Obviamente, dependiendo del grado de complejidad (o estadío de desarrollo) y de la integración entre distintas regiones económicas, las crisis financieras que se suceden presentarán características cuantitativa y cualitativamente distintas, si bien la esencia del fenómeno es la misma en todas ellas. Este carácter recurrente muestra además ciclos bastante coincidentes para todas las naciones, hecho que puede apreciarse por la declaración sistemática de defaults en épocas concretas (las Guerras Napoleónicas y la Gran Depresión marcan dos hitos en este sentido, aunque qué naciones se ven afectadas y el porqué se aclara mejor más adelante). El caso de España es paradigmático, ya que encabeza la primera posición en número de defaults a nivel mundial, 13 en total, desde que declarase su primero en 1557. Hemos de tener en cuenta que, en términos relativos, España era una economía relativamente avanzada ya para esa fecha; incluso en términos absolutos, la economía española de entonces bien podría superar en muchos aspectos a la de algunas naciones contemporáneas en vías de desarrollo. Lo mismo puede decirse para el resto de países occidentales de aquella época, de los cuales destacamos también Inglaterra, que declaró el primer default documentado hasta la fecha en 1340.


Entonces, si las crisis financieras suponen un fenónemo recurrente desde hace siglos, ¿por qué se tiene la sensación, cada vez que sucede una, de que "esta vez es diferente"? Los autores concluyen que dado que estas crisis suceden con un lapso de tiempo de unos cuantos años entre ellas (a veces incluso décadas), la única causa posible es la propia impresión psicológica de los inversores y políticos ante estos sucesos. En cualquier caso, las medidas de actuación frente a estas crisis han evolucionado, y además de forma positiva. De hecho, los autores comprueban que el periodo de recuperación ha pasado, de media, de 6 a 3 años, debido probablemente al desarrollo tanto de la teoría macroeconómica como de los instrumentos económicos disponibles. Obviamente, siempre hay excepciones, pudiendo darse el caso de países que se han encontrado durante décadas en un default tácito o explícito (como es el caso de muchas economías en África y Latinoamérica en distintas épocas).


Otra importante contribución de los autores es su demostración de que, en todas las crisis, se confirma la emanación de éstas de los centros financieros hacia la periferia a través de shocks en los tipos de interés y del colapso de los precios de las commodities (Londres o Ámsterdam han jugado el papel de los EE.UU. en crisis precedentes, por ejemplo). Este hecho obviamente redunda en algo que hemos comentado más arriba, a saber: que el grado de interdependencia entre las economías (lo que algunos sintetizan bajo el término "globablización") influye tanto en la magnitud como la orientación de los efectos de la crisis financieras. A la luz de lo dicho, afirman los autores, la actual crisis financiera de las subprime difícilmente puede considerarse "diferente" de otras precedentes. Los instrumentos, los "autores" o las circunstancias pueden diferir, pero lo esencial se mantiene.

Por último, es interesante mencionar un estudio que los autores ofrecen sobre la evolución de la inflación en las economías analizadas. Los ciclos inflacionarios, lejos de suponer a su vez una novedad (ya que su aparición se suele considerar aparejada al nacimiento del dinero fiduciario) constituyen una tónica general en el desarrollo económico. Este hecho se sustenta en dos pruebas. La primera de ellas muestra cómo la tasa de inflación media (medida porcentualmente) para el conjunto de la economía mundial mantiene una volatilidad relativamente constante en todo el periodo analizado (1500-2000). La segunda muestra cómo, desde 1400 a 1850 la depreciación de la moneda (con la incidencia que este hecho tiene en el fenómeno inflacionario) tiene una evolución creciente para todo el periodo. Obviamente, la introducción del dinero-papel simplifica el proceso de reproducción monetaria descontrolada, sobre todo en épocas de crisis crediticia, pero no está de más resaltar que, en todo caso, puede considerarse más bien una continuidad en una tendencia ya asentada siglos atrás más que una novedad real. Una prueba más de que en contra de aquellos que siempre afirman que "esta vez es diferente", cuando en realidad, más nos valdría aprender de la historia para, si no cometer los mismos errores, al menos ser capaces de aprender de ellos.



P.D. Todas las imágenes que se muestran en esta entrada han sido extraidas del paper que le da contenido, Reinhart, Rogoff, "This time is different: a panoramic view of eight centuries of financial crisis" (2008), que podéis descargar al inicio de la misma (algo que recomiendo encarecidamente).
P.D.D. Sí, he vuelto tras unas largas vacaciones de verano (qué curioso que cuanto más tiempo se tiene menos se aproveche, en fin). Aunque se me presenta el año más duro de la carrera, a su vez el que me requiere mayor trabajo, tanto por las materias como por mi disposición probablemente tenga muchos más papers (y eso significa información interesante que contaros) al alcance de mi mano, al margen de otros materiales que un servidor libremente decida leer. Así pues, espero mantener la continuidad y, por supuesto, que el contenido de este blog siga siendo de vuestro interés, cuando no de vuestra grado. En ese sentido, como siempre, estoy a vuestra plena disposición.