Cómo debería articularse una reforma laboral en España es uno de los temas más candentes de la actualidad. Sin ir más lejos, en los comentarios de esta entrada en el blog de Citoyen, uno de sus comentaristas, Rafael Monreal (a quien agradezco enormemente sus aclaraciones sobre la NAIRU, todo sea dicho), afirmaba lo siguiente a propósito del paro y la tan clamada reforma laboral:
"(...) No podemos olvidar lo fundamental: el trabajo es un factor sometido a la oferta y la demanda. Y la demanda de trabajo no depende de una reforma laboral, excepto en el caso en que la reforma hace aflorar a los trabajadores en negro. Es decir, si en España un 20% de la economía es en negro, podemos de manera simplificadora pensar que hay un 20% de demanda de trabajo en negro y un 20% de oferta de trabajo en negro. Si la reforma laboral saca a la luz a ese 20% de demanda en negro, sacará también un 20% de oferta de trabajo en negro. La tasa de paro oficial no disminuirá pero aumentarán el número de trabajadores cotizantes" (énfasis añadido).
Como podéis ver en mi respuesta, no estoy del todo de acuerdo. El fenómeno que describe Rafael es cierto, pero sólo en parte. Aunque esta entrada de Citoyen debería serviros tanto de aclaración como guía (de forma bastante mejor explicada que la mía), voy a intentar ilustrar la parte que me corresponde por mi réplica de forma más didática, así que remitámonos a algunos conceptos básicos. En este caso, al mercado de trabajo, y con ello, a la interacción de sus funciones de oferta y demanda.
La curva de oferta de trabajo (trabajadores) está representada en color azul. La curva de demanda de trabajo (empresas) está representada en magenta. En la intersección de ambas se encuentra el punto de equilibrio en el mercado del trabajo (en el que se relacionan un precio de equilibrio y una cantidad de equilibrio). En este caso concreto, el equilibrio muestra la coincidencia entre la disposición a trabajar/contratar para un mismo precio. Aunque en este caso prescindiré de explicaciones más detalladas sobre el carácter especial de este mercado, basta comprender que, en líneas generales, la interacción entre la curva de oferta y demanda es similar en este mercado tanto como en cualquier otro.
Así, teniendo ésto presente, pasemos a la réplica. En primer lugar, supongamos que, en un acto de arbitrariedad jurídica nunca vista, todos los trabajadores irregulares de este país pasasen al mercado oficial de trabajo (sin alterarse nada más, es decir, manteniendo las mismas "claúsulas contractuales" que tenían cuando eran irregulares). ¿Cuál sería el resultado en la demanda de trabajo? Efectivamente, como dice Rafael, ninguno. Si las empresas demandaban 800 trabajadores cuando mantenían en su plantilla efectivamente trabajando a otros tantos irregulares, ¿qué cambiará en sus necesidades de contratación el que los trabajadores que ya tenía trabajando y por tanto les pagaban, pasen a ser regulares o no? Si no cambia nada más aparte del hecho de regularidad/irregularidad, tampoco cambiará en absoluto la función de demanda de las empresas.
En ese sentido, Rafael está en lo cierto y su ejemplo se corresponde con el que acabo de exponer; pero ambos únicamente se cumplen cuando, efectivamente, la estructura de costes de la empresa no se ve alterada, como sería el caso de un simple cambio nominal como el anterior. Sin embargo, si una reforma laboral incide en esa misma estructura de costes (rebajando las cotizaciones sociales o los costes de contratación, por ejemplo) entonces la función de demanda laboral sí que se ve afectada. Esto se reflejaría, básicamente, como un desplazamiento hacia la derecha de la curva de demanda de trabajo (en líneas discontinuas), como se muestra a continuación.
No obstante, respecto a esta explicación surgen dos pegas (no, una de ellas no es lo rematadamente mal que me salen las gráficas a veces). La primera de ellas es, ¿cuánto se desplazará la curva de demanda de trabajo hacia la derecha? En principio, no podemos saberlo, con lo cual podemos encontrarnos ante múltiples escenarios (inclusive el que comentaba Rafael, que no cambie absolutamente nada). ¿Cómo afectan estos cambios al desempleo? Supongamos que la oferta de trabajo se sitúa efectivamente en el mercado sobre el punto negro que está dibujado sobre su respectiva curva. En palabras, implicaría que en el mercado de trabajo hay 1.500 trabajadores dispuestos a trabajar, pero sólo si les ofrecen 800 € de salario. Obviamente puede comporbarse que sus deseos no son coincidentes con los de las empresas, que a ese precio sólo podrían permitirse contratar a unos 300 trabajadores. Como resultado, tenemos un exceso de oferta (o escasez de demanda) de 1.200 trabajadores; o en otras palabras, en el mercado hay 1.200 trabajadores más que los que desean contratar las empresas, es decir, habrá desempleo. El desplazamiento de la curva de demanda hacia la derecha reduce progresivamente esa diferencia entre la demanda y oferta de trabajo, acercándose cada vez más al punto en el que podría permitirse contratar a los 1.500 trabajadores por los 800 € que reclaman. ¿Es la única forma? No, desde luego. Haya o no desplazamientos, los trabajadores podrían bajar sus exigencias salariales, de forma que se aproximasen ellos a los deseos de contratación de la empresa. Es más, puede que ante un aumento de la demanda se produzca un "estímulo" por la información de que las empresas están contratando nuevos empleados y sus exigencias salariales bajen ante la única alternativa posible, y nada agradable, de seguir en paro.
Como decía, pueden darse múltiples escenarios, y es más, no podemos conocer a priori ninguno de ellos con seguridad. A pesar de todo, creo que sí queda demostrado que una reforma laboral que incida en el lado de los costes de las empresas sí tiene efectos positivos tanto en el mercado de trabajo como, en consecuencia, sobre el desempleo. Y, sobre todo, un apunte muy importante. Ni el desempleo se debe única y exclusivamente a la demanda de trabajo ni, por consiguiente, las políticas activas de empleo deben fijarse únicamente en ese lado del mercado laboral. La oferta de trabajo, y la posibilidad de interacción entre ésta y la demanda de trabajo a fin de alcanzar el "equilibrio", son igualmente importantes, y por eso mismo deben quedar ante la misma consideración de las políticas de empleo que pretendan emprenderse. Si no es así, no sólo podemos estar seguros de que no remediaremos la situación, sino que además, lo poco que consigamos no dejará de ser un mero parche que a buen seguro tendremos que remendar algún día.
P.D. Espero que, en cualquier caso, esta entrada no moleste a Rafael Monreal, cuyo comentario me ha servido de excusa para publicarla. No se trata de una réplica directa ni en ningún caso de algún tipo de ataque. Más bien, una forma de demostrar que, tanto en lo que se está de acuerdo como en lo que no, aunque sea de forma puntual, uno siempre puede aprender de los demás. Yo, al menos, lo intento ;)
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