En la anterior entrada explicamos qué define Roemer por tiempo de trabajo socialmente necesario (o SNLT). Este concepto resulta enormemente importante para comprender qué entiende Roemer por explotación, en un sentido técnico. No obstante, en los dos ejemplos expuestos, pudimos comprobar que, tanto en una situación autárquica como en presencia del mercado laboral, no aparecía ningún indicio de algo que pudiésemos denominar explotación. Cada agente, en ambos casos, trabajaba únicamente el SNLT. Además, vimos cómo en el segundo ejemplo, al introducir un mercado laboral, aparecía una división social del trabajo que daba lugar a una estructura de clases; pero esta circunstancia tampoco daba pie a explotación. Ésto es importante, pues se establecen dos primeras conclusiones. Primero, que un mercado laboral no da pie necesariamente a explotación. Segundo, que el que exista una estructura de clases (p.ej. empleadores y empleados) tampoco.
Ahora bien, en el ejemplo anterior supusimos una distribución inicial igualitaria, es decir, cada agente partía con la misma dotación de capital k = ½. ¿Qué sucede si la dotación inicial de capital es distinta? Retomemos el ejemplo anterior y supongamos ahora que 10 agentes poseen una dotación inicial de k = 50 uds. de maíz y los 990 agentes restantes no poseen ninguna. El único activo productivo que éstos agentes poseen es su fuerza de trabajo, ésto es, su capacidad para trabajar. Por simplicidad, llamaremos a los agentes que poseen capital "ricos", y a los que no, "pobres". En una situación autárquica, puede verse que los pobres trabajan 3 días en la Granja, obteniendo así una 1 ud. de maíz. Los ricos, por su parte, basta con que trabajen un día en la Fábrica invirtiendo 1 ud. de maíz, obteniendo al final de la semana 1 ud. de maíz, neta.
No obstante, esta situación no es un equilibrio. Los ricos podrían hacerlo mucho mejor, dadas sus dotaciones iniciales de capital. A través de un mercado laboral, los ricos pueden convertirse en "capitalistas" y contratar trabajo. De esta forma, los agentes ricos constituyen el grupo C y los pobres, que ahora llamaremos "campesinos", el V (como en el segundo ejemplo de la entrada anterior). ¿Cuánto contratarán y a qué salario? Puede verse que los capitalistas ofrecerán trabajar su stock de capital a un salario real w = ⅓ ud. de maíz por día (o 3 días de trabajo por 1 ud. de maíz). A este salario, los campesinos están indiferentes entre trabajar en la Fábrica o en la Granja. Si el salario fuese menor, ningún campesino querría trabajar en la Fábrica; mientras que si fuese mayor, los campesinos afluirían en masa hacia la Fábrica por tanto constituye un trato mejor que trabajar en la Granja (pero el stock total de capital es insuficiente para abastecer esa oferta laboral). Por tanto, dado el salario w = ⅓ ud. de maíz, la oferta laboral se situará entre 0 días y 3 * 990 = 2.970 días. El equilibrio que se obtendría sería el siguiente. Los capitalistas contratan únicamente el número de campesinos requerido para utilizar el total de su stock de capital (K = 500). Ésto requiere 500 días de trabajo, o 500 / 3 = 166,67 campesinos, cada uno de los cuales se convierte en un "obrero" y gana 1 ud. de maíz por 3 días de trabajo (w = ⅓). Los restantes 823.33 campesinos mantienen su situación trabajando en la Granja. Los capitalistas, como clase, trabajan 0 días; los obreros producen 1.000 uds. de maíz, 500 de las cuales replazan el stock de capital, 166,67 son pagadas como salarios y las restantes ⅔ * 500 = 333.33 uds. de maíz constituyen beneficios. Así, cada capitalista obtiene 33.3 uds. de maíz como beneficio en este equilibrio, sin trabajar ni un sólo día. Desde luego cada uno puede consumir 1 ud. de maíz, o mucho más que eso; o también puede acumular maíz, es decir, capital.
En el equilibrio que acabamos de presentar, hay tres clases sociales: capitalistas, que no trabajan pero contratan trabajo y obtienen beneficios; obreros, que trabajan para los capitalistas y ganan un salario de subsistencia; y campesinos, quienes no trabajan para los capitalistas y ganan un salario de subsistencia. Cada obrero y campesino trabajan 3 días para obtener una 1 ud. de maíz, pero en el ejemplo de la anterior entrada concluímos que la cantidad de trabajo encerrado en 1 ud. de maíz es de 2 días, dadas las demandas de la sociedad. Por tanto, la explotación ha surgido en este modelo, debido a que los capitalistas trabajan menos que el SNLT, en tanto que los obreros y los campesinos trabajan más que el SNLT.
¿Cuáles son las razones que han surgir la explotación en este modelo? Dos merecen mencionarse: la escasez relativa de capital respecto a la oferta laboral y la diferente distribución del stock de capital entre los agentes. Sobre el segundo, la comparación entre el último modelo y los de la entrada precedente ofrece suficiente aclaración. En cuanto a la escasez relativa de capital, hemos visto que, dado el stock de capital inicial del anterior ejemplo (K = 500) la economía era incapaz de "reproducirse" (reproducir o amortizar el stock de capital inicial) usando únicamente la tecnología de la Fábrica (que es la más eficiente). Pensemos por el contrario que el capital es relativamente abundante. Si lo es de forma suficiente, puede darse la situación de que todos los campesinos pudiesen trabajar el stock de capital de los capitalistas en la Fábrica, pudiendo quedar, aún así, ociosa una fracción del mismo. En tales circunstancias, los capitalistas comenzarían a competir entre sí tratando de contratar trabajadores, elevando el salario real pagado a los mismos, hasta el punto en que, técnicamente, los beneficios fuesen nulos (concretamente, este resultado se alcanza cuando el salario real w = 1 ud. de maíz al día). En este caso, la explotación virtualmente desaparece. Obviamente, el SNLT habrá a su vez descendido al incrementarse el stock de capital de la economía (ya que la sociedad no tiene que recurrir a la tecnología menos eficiente, que en este caso es la Granja). La esencia del capital, apunta Roemer, es que se trata de un input que no puede ser producido instantáneamente. Requiere tiempo, y por tanto ha de considerarse dado para cada periodo. Sea producido en el pasado, o bien apropiado de la naturaleza (como la tierra), en cualquier caso, cuando el capital se convierte en propiedad privada y es distribuido de una manera desigual entre la sociedad, la diferenciación y la explotación aparecen como consecuencia del proceso de mercado. Por tanto, la causa de que exista explotación se debe a una desigual distribución de las dotaciones iniciales, y no debido a la existencia de un mercado laboral o de una estructura de clases, como el marxismo clásico sostenía.
Otra cuestión que conviene aclarar es que, hasta el momento, únicamente hemos hablado de la posible existencia de un mercado laboral pero, ¿qué decir de los mercados de capitales? ¿No cumplirían acaso una función análoga, respecto a la distribución inicial del capital, que los mercados laborales? Roemer demuestra que sí. De hecho, resulta indiferente hablar de mercados de capitales, donde unos agentes contratan trabajo y otros lo venden, que hablar de un mercado de capitales donde unos agentes prestan capital y otros lo toman prestado. Los beneficios y los intereses son las contrapartidas de estos procesos en ambos casos y, dados los mismos datos en los ejemplos considerados, ambas tasas coinciden (cónstese que no siempre sucede así, sólo bajo ciertas condiciones como las de los ejemplos, pero pasar por alto esta salvedad llevó a los marxistas clásicos a considerar que beneficios e interés son esencialmente lo mismo). Las relaciones no acaban ahí, ya que Roemer llega a postular un teorema en el que demuestra que, bajo las condiciones planteadas, en una economía surgen beneficios y/o intereses si y sólo si existe explotación. Como digo, el autor demuestra todas estas equivalencias en profusos ejemplos, pero por motivos de espacio y economía didáctica los pasaré por alto (no obstante, sobre esta equivalencia y su relación con las clases sociales y la explotación me extenderé más detalladamente en la siguiente entrada).
Ahora bien, aunque podemos concluir la aparición de la explotación, en sentido técnico, la moralidad o no de este resultado, desde la ética marxista, no es algo que quede tan claro. Es más, las cosas pueden complicarse bastante. Consideremos el siguiente ejemplo de Roemer, para el cual retomamos en parte los anteriores: Supongamos dos agentes, Adam y Karl. Ambos parten con una dotación incial de capital de k = ½. Las tecnologías son las mismas que en los ejemplos anteriores. Karl es tremendamente averso a trabajar en el presente: él únicamente quiere consumir 1 ud. de maíz por semana, sujeto a la restricción de que también quiere renovar su stock de capital inicial en cada periodo. En la primera semana, él trabaja ½ día en la Fábrica (utilizando todo su stock de capital) y 1½ día en la Granja, produciendo un total de 1½ uds. de maíz, de las cuales consume 1 ud. de maíz y ½ se dedica a renovar su stock de capital para el siguiente periodo. Adam acumula durante la primera semana; él trabaja ½ día en la Fábrica, utilizando su stock inicial de capital, y 4½ días en la Granja, produciendo 2½ uds. de maíz, brutas. Después de consumir 1 ud. de maíz, le quedan 1½ uds. de maíz con la que empezar la semana siguiente. En la segunda semana, Karl trabaja ½ día en la Fábrica, utilizando su stock inicial de capital; ahora, en vez de ir a la Granja, pide prestada la 1½ ud. de maíz remanente de Adam para trabajarla en la Fábrica. Ésto le lleva a Karl precisamente 1½ días en los que produce 3 uds. de maíz, brutas. De las 3 uds. de maíz, él se queda ½ ud. de maíz (que sumada a la ½ ud. que había obtenido en la Fábrica previamente suman 1 ud., que es justo lo que quiere consumir) y devuelve 2½ unidades de maíz a Adam (1½ que le prestó y 1 ud. más en concepto de intereses). De hecho, Karl está bastante contento con este acuerdo, ya que él sólo ha trabajado 2 días y ha recibido 1½ uds. de maíz, lo cual supone el mismo resultado que si hubiese ido a trabajar a la Granja. En otras palabras, la tasa de interés que le ha cargado Adam (66.6%) es justamente la tasa a la que Karl se muestra indiferente entre pedir prestado o trabajar por su cuenta en la Granja (puede verse fácilmente que si hay mucha gente como Karl y poca como Adam, entonces la competencia llevará la tasa de interés, sea cual sea, a ese valor). Adam, por su parte, recibe un beneficio de 1 ud. de maíz por el trabajo de Karl, que consume, lo cual le deja una vez más para comenzar la siguiente semana con 1½ ud. de maíz. Adam no ha trabajado en absoluto en la semana 2. Este acuerdo puede prolongarse indefinidamente en el futuro, con Karl trabajando 2 días y consumiendo 1 ud. de maíz por semana y con Adam consumiendo 1 ud. de maíz por semana y trabajando 5 días la primera semana y nada el resto. Cabe aclarar que el mismo resultado se hubiese obtenido si, en vez de producirse un préstamo, Adam hubiese contratado a Karl para trabajar en la Fábrica (a un salario real que como en los ejemplos anteriores refleja el coste de oportunidad de Karl de ser contratado, ésto es, w = ⅓ uds. de maíz por día).
Claramente, surge explotación (tal y como la hemos definido) en este acuerdo en todas las semanas excepto en la primera. Eso sí, ¿hay algo moralmente objetable en ella? No, al menos en principio. La distribución incial del stock total de capital es igualitaria, pero eso no ha impedido que surja explotación, debido a la existencia de diferentes tasas de preferencia temporal. ¿Qué podemos decir de este resultado? Roemer concluye que la explotación, en sentido técnico, únicamente puede considerarse éticamente reprobable si las causas de la distribución inicial de dotaciones (sean distintas o no) son igualmente reprobables. En este ejemplo, por tanto, no hay nada que reprobar. La explotación no sería inmoral. Roemer obviamente no se queda del todo satisfecho con su conclusión, y en secciones siguientes de su libro, analiza las posibles razones que pueden dar lugar a distribuciones iniciales reprobables (de hecho, la existencia de diferentes tasas de preferencia para distintos agentes puede tener una justificación por la existencia de condiciones reprobables previas, apunta Roemer, y por lo tanto no serían justificables por sí mismas).
P.D. En la siguiente entrada, trataré el análisis que Roemer hace de la relación entre clases sociales, riqueza inicial, beneficios y explotación, además de extenderme algo más en este último concepto, sentando definitvamente algunas conclusiones. Tras ésta, seguirá otra entrada en la que trataré, ahora sí en menos detalle, algunas cuestiones relacionadas con el materialismo histórico y la teoría de la justicia particular que propone Roemer, en consonancia con lo anterior. La última entrada estará dedicada a repasar las conclusiones y, cómo no, a criticarlas en su justa medida. Nuevamente, pido disculpas por el grado de formalismo de la entrada. Aunque pueden llevar a confusión, considero que los ejemplos expuestos, si se entienden correctamente (y por tanto, si he sido capaz de expresarlos de forma clara) son la mejor forma de comprender las conclusiones que Roemer extrae, además de aportar una excelente base para una crítica lo más rigurosa posible.
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